jueves, 16 de marzo de 2017

(des) vistiendo alimentos. FusióTeca

«No soy de plata,
plata no soy;
ya te he dicho
quién soy.»

El conocimiento no debería ser cuestión de adivinanzas, menos cuando hablamos de transgénicos. Aparentemente, la misma canción, el mismo producto, pero con nota discordante… A debate aquellos productos modificados genéticamente.

La proliferación de transgénicos en el mercado nos obliga a reflexionar sobre su impacto en el medio ambiente, en la salud de las personas y en el contexto sociopolítico. El declive de las abejas (Tirado, Simon y Johnston, 2013. Recomendamos el proyecto Abelles urbanes), la reducción de las variedades locales (Rural Advancement Foundation International, 2014), la seguridad alimentaria, la toxicidad de nuestras aguas y tierras, la deforestación (Greenpeace) son solo algunas de las principales preocupaciones de aquellos que señalan la opacidad en la industria.

El informe publicado por la Academia Nacional de Ciencias de EE. UU. Señalaba, en 2016, que los transgénicos están causando un problema agrícola de primer orden, mientras destacaba su papel para mejorar la salud global y los tachaba de «inofensivos». Una de cal y otra de arena, he aquí la cuestión. Curioso, en este último caso, el ejemplo señalado del arroz dorado, una variante con altos niveles de betacarotenos que podría ayudar a evitar la ceguera a millones de personas y que, sin embargo, se encuentra estancada. Desde Greenpeace insisten en que «no existen estudios que analicen las posibles alergias que pueden provocar las proteínas que se añaden a estos transgénicos» y acabar con el hambre en el mundo no parece ser parte de la ecuación. El mismo estudio refleja que la producción que se obtiene con OMG no es mayor que con la agricultura convencional.
Pero, ¿es la semilla transgénica más barata? No, todo lo contrario. Su resistencia a herbicidas revaloriza el valor según aumentan desmesuradamente los agrotóxicos. Entonces, ¿cuáles son las ventajas?.

Las semillas, pesticidas y fertilizantes han sido secuestrados por empresas como BASF, DOW, DuPont, Syngenta, Bayer o Monsanto (éstas dos últimas en mitad de una megafusión ¡y no son las únicas!), dejando en evidencia los intereses que se esconden tras la privatización del conocimiento de patentes y monopolios. De nuevo aquí, la necesitad de separar la paja del trigo.

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Más:
http://www.desvestintaliments.cat/es/fusioteca-3/

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