lunes, 29 de septiembre de 2014

Hacia el estado agropolicial - ahora vas a necesitar un iPad para ser agricultor

El año pasado el gigante de biotecnología Monsanto compró la empresa Climate Corporation por $930 millones. Esta compañía, fundada en 2006 por ingenieros y científicos de Google y otras empresas de alta tecnología, posee una plataforma tecnológica que combina un minucioso monitoreo de condiciones meteorológicas locales, modelaje de datos agronómicos y simulaciones del tiempo en alta resolución. Maneja 50 terabytes de datos en cualquier momento dado para poder procesar datos meteorológicos de 2.5 millones de localidades y 150 mil millones de análisis de suelos, los cuales generan 10 trillones (10 a la 13 potencia) de puntos de datos para simular el tiempo. Con esta vasta información, Climate le vende a agricultores lo que llama Total Weather Insurance, un paquete analítico, de monitoreo y manejo de riesgo para asegurar cosechas.
En 2012 Monsanto compró por $210 millones otra compañía similar, Precision Planting. Esta empresa, fundada en 1993, posee la tecnología FieldView, la cual pretende analizar todos los aspectos claves del desempeño de la maquinaria agrícola, al igual que la calidad de la cosecha. Usando una combinación de equipo y programación (hardware y software) le dice al agricultor exactamente cómo sembrar y cosechar y analiza datos de las siembras, con el fin de aumentar rendimientos.

Con la compra de estas dos compañías, Monsanto ha desarrollado una plataforma tecnológica llamada Integrated Farming Systems, la cual ya ha presentado su primer producto: el sistema Fieldscripts. Este nuevo sistema le dice al agricultor cómo hacer todo, incluyendo la distancia exacta que debe dejar entre semillas y a qué profundidad precisa sembrarlas. Utilizando datos detallados de análisis de suelo, fertilidad e historial de rendimientos, le dice qué combinación exacta de agroquímicos aplicar en cada parte de la finca, qué variedades de semilla usar y cuántas semillas por hectárea. Fieldscripts está en “etapa beta”, actualmente en pruebas de campo en cuatro estados de EEUU a través de su programa Ground Breakers. Una vez esté listo para comercialización, Monsanto lo distribuirá mediante su subsidiaria Dekalb.
Bienvenidos al mundo de la agricultura de precisión, donde el agricultor necesita internet inalámbrico wifi y un iPad para sembrar.
La agricultura de precisión es el nombre colectivo de una gama de tecnologías de informática y monitoreo de siembras. Los alegados beneficios de este nuevo paquete tecnológico incluyen mayores rendimientos de las cosechas, mejor información para tomar decisiones en el manejo de la finca, reducción del uso de agroquímicos y fertilizantes, y aumento en los márgenes de ganancia.  Esta nueva modalidad de agricultura se sirve de varias tecnologías de punta, como sistemas de información geográfica, percepción remota, telecomunicaciones, computadoras portátiles, procesamiento de información, y sistema de posicionamiento global (GPS, por sus siglas en inglés).
No es de sorprender que esta tecno-agricultura se cruza ocasionalmente con tecnologías militares. Ya hay aviones no tripulados “drones” para faenas agrícolas. Está el Precision Hawk, un avión robótico tan pequeño y liviano (pesa tres libras y mide cuatro pies) que puede ser lanzado al aire a mano, como si fuera un avioncito de papel. No necesita que lo piloteen por control remoto, ya viene con inteligencia artificial para tomar sus propias decisiones. El Hawk recopila información sobre la finca mediante sensores visuales, termales, multiespectrales, hiperespectrales y de lidar (radar láser). Con estos variados sensores se puede hacer cartografía, hacer vigilancia para prevenir hurto, encontrar reses perdidas, medir la temperatura de cuerpos de agua, hacer mapas tridimensionales de parcelas, y muchísimas aplicaciones más. Y para interpretar estos datos y darles utilidad el Hawk viene con un paquete de software llamado Precision Mapper.
Hay críticos, sin embargo, que temen que estas nuevas tecnologías serán un riesgo para la sustentabilidad agrícola y las comunidades rurales, ya que podrían someter a los agricultores a nuevas formas de dependencia y establecer de facto un estado agropolicial, gobernado por corporaciones trasnacionales.
"La agricultura de precisión implica el control de la información y su transformación en mercancía, y es una de las herramientas de alta tecnología que impulsa la industrialización de la agricultura, la pérdida de conocimientos agrícolas locales y la erosión de los derechos del agricultor", me dijo Hope Shand, directora de investigación del Grupo ETC, en una entrevista que le hice sobre el tema en 2002.
"Con la agricultura de precisión los agricultores se hacen paulatinamente más dependientes de la toma de decisiones desde fuera de la granja para determinar los niveles de insumos. Por ejemplo, dictar qué semilla, fertilizante, agroquímicos, espacio entre surcos, irrigación, qué técnicas de cosecha se usarán, y otros requerimientos", agregó.
Según Shand, estas tecnologías buscan legitimar y reforzar la uniformidad y requerimientos de uso intensivo de agroquímicos y el control y toma de decisiones fuera de la finca, bajo el pretexto de proteger el ambiente y mejorar la eficiencia.
La organización europea GRAIN advirtió hace una década que estos desarrollos tecnológicos, combinados con leyes de semillas restrictivas, podrían llevar a una especie de apartheid alimentario, en el cual una elite adinerada comerá alimentos saludables y el resto de la población comerá porquerías: "Al final de todo esto, un pequeño círculo de grandes empresas o alianzas empresariales emergerá con el completo control de los sistemas alimentarios y la agricultura, controlando tanto el sector de los transgénicos (ya sea en mercaderías a granel como la soja Roundup Ready o en cultivos con ‘valor agregado’) como el sector no genéticamente modificado, que se convertirá en un nicho de mercado dirigido a los sectores ricos, como en gran medida ha llegado a ser la agricultura orgánica".
Para prevenir este escenario tétrico es necesario difundir y educar sobre los fundamentos de la soberanía alimentaria. Los problemas de la agricultura no son causados por una falta de tecnología, ni siquiera por una falta de productividad. Los problemas de fondo son políticos y económicos, que incluyen políticas neoliberales que inundan mercados locales con productos extranjeros de bajo costo, el alto costo de la tierra, la extorsión de la banca hipotecaria, la falta de apoyo institucional por parte de gobiernos, y la consolidación de corporaciones de agronegocios en carteles globales que manipulan precios y mercados. Ninguna semilla mágica, programa de software o avioncito no piloteado va a resolver esos problemas.


- Carmelo Ruiz Marrero es autor, periodista investigativo y educador ambiental puertorriqueño. Dirige el Monitor de Energía y Ambiente de América Latina (http://monitorenergiayambiente.blogspot.com/) y el Blog de Bioseguridad (http://bioseguridad.blogspot.com/search/label/es). Su identidad en Twitter es @carmeloruiz.
Publicado en el periódico Compartir es Vivir. Puerto Rico, septiembre 2014.


http://alainet.org/active/77511&lang=es

No hay comentarios:

Publicar un comentario